Shiatsu

Una sesión de Shiatsu
Una sesión de Shiatsu típica tiene una duración de 60 minutos y se lleva a cabo con el receptor acostado en un futón en el suelo, vestido con ropa cómoda.
Como se trabaja con la respiración, respetando los tiempos del cuerpo y focalizando en la escucha de los tejidos, el contacto es suave a la vez que profundo.
Aparte del diálogo, las herramientas que utiliza el terapeuta son presiones, movilizaciones y estiramientos para acompañar en el desbloqueo de partes del cuerpo que por algún motivo han quedado "desconectadas", y que éstas puedan volver a relacionarse armónicamente con el resto .
Filosofía del Shiatsu
Proponemos un tiempo y un espacio donde atender el cuerpo, reencontrarlo y entrenar su escucha, obteniendo herramientas que nos faciliten sentirnos de manera auténtica.
El ritmo de vida y el exceso de estímulos que a menudo nos impone la sociedad en que vivimos nos mantiene en un estado constante de alerta.
Esto nos acaba desconectando de nuestro cuerpo y por lo tanto de nuestras necesidades reales, generando malestar y frustración y desembocando en una variedad de enfermedades como ansiedad, depresión, insomnio, lumbalgias, cervicalgias, migrañas, disfunciones sexuales, trastornos del sueño y un largo etcétera.
El Shiatsu nos acompaña a parar, a volver al cuerpo, a bajar el volumen de la mente y experimentar quiénes somos desde este nuevo espacio de silencio.
A medida que forjamos una relación más amable con nosotros mismos, nuestro organismo recupera el equilibrio y las enfermedades sanando y ahora sí, una vez resuelto el urgente, se abre la posibilidad (en la medida en la que cada uno quiera) de mirar en las causas de nuestras enfermedades, y con ello en nuestra manera de estar en el mundo.
Shiatsu y embarazo
El embarazo es una etapa ilusionante y maravillosa. Comporta, además, una serie de cambios anatómicos y hormonales que afectan de manera diferente a cada mujer.
Recibir Shiatsu durante la gestación alivia las tensiones que acumula el cuerpo y ayuda a mitigar otros efectos secundarios como las náuseas, el insomnio o el estreñimiento.
Durante el posparto y la lactancia, alivia las tensiones físicas y emocionales derivadas del cambio de hábitos de vida y horarios de sueño.